miércoles, 9 de septiembre de 2015

Mujer sentada con un niño en sus brazos


Esta pintura es una versión del original de Mary Cassat, la realicé sobre un lienzo.

La técnica empleada el oleo.
Colores utilizados:  Blanco de titanio, tierra siena tostada, tierra sombra natural, tierra sombra tostada, ocre amarillo, amarillo cadmio medio, rojo cadmio, carmín granza, azul ultramar oscuro.
Dimensiones: 80 x 65 cm.
Terminado: Mayo 2015


Mary Stevenson Cassatt  nació en Allegheny City, Pensilvania, ahora Pittsburgh (22 de mayo 1844). Falleció el  14 de junio de 1926, a los 82 años en, Château de Beaufresne - Francia.
Cassatt creció en un ambiente acomodado en el que se consideraba a los viajes como parte integral de la educación; pasó cinco años en Europa y visitó importantes capitales como Londres, París y Berlín. Durante sus estancias en el extranjero aprendió alemán, francés y tuvo sus primeras lecciones de dibujo y música. Es probable que su primer contacto con los artistas franceses Ingres , Delacroix, Corot y Courbet fuera en la Exposición Universal de París de 1879. En la exposición estuvieron, también, Degas y Pissarro, quienes más tarde serían sus colegas y mentores
Degas tuvo una influencia considerable en Cassatt. Mary llegó a ser extremadamente competente en el uso de colores al pastel, realizando, con el tiempo, muchas de sus obras más importantes con este medio. 
Junto a Berthe Morisot y Marie Bracquemond, Cassatt fue una de las pocas artistas vinculadas al impresionismo. Aunque inició su formación en su país natal, desarrolló casi toda su carrera en Francia, a donde se trasladó en 1865. En 1877 conoció a Degas, quien le invitó a unirse al grupo de pintores que tres años antes había organizado la primera exposición impresionista. Participó con éxito en cuatro de las ocho exposiciones del grupo.


Mujer sentada con un niño en brazos (1890)
Óleo sobre lienzo 81 x 65,5
Museo de Bellas Artes de Bilbao

Las representaciones de madres con niños fueron un tema habitual en la obra de Cassatt, que modernizó y secularizó las tradicionales imágenes de la Virgen y el Niño, despojándolas de su simbolismo religioso y transformándolas en escenas domésticas cotidianas. En el cuadro –de factura abocetada y reducida gama cromática– un niño de corta edad, en brazos de su madre, mira al espectador mientras ésta, de espaldas, parece concentrada en la preparación de su aseo. Las figuras, monumentales, están situadas en un espacio del que, a excepción de la jarra y la palangana colocadas a la izquierda, apenas se ofrecen datos, aunque el sillón –cuyo respaldo ocupa el primer término de la composición– sugiere que se trata de un agradable interior burgués.

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